La Madre del Mundo

 

La Madre del Mundo, como la Madre eterna, es un cargo eterno en la jerarquía de quien ha recibido el otorgamiento de poder del Padre para dar nacimiento a los Budas. En las enseñanzas de Agni Yoga, la Madre del Mundo es la matriarca y la iniciadora de la jerarquía de seres espirituales involucrados en este planeta. También es la madre espiritual de todos los Seres Crísticos y Budas a lo largo de la historia.

Helena Roerich, amanuense de El Morya, ha proclamado la gran misión de la Madre del Mundo en esta época. En la década de 1920 comenzó a entregar las enseñanzas de la Gran Hermandad Blanca a través de las enseñanzas de Agni Yoga. En su libro Mother of the world (Madre del Mundo), Helena Roerich describe a la Madre del Mundo como “el Gran Espíritu del Principio Femenino” que algunas veces aparece personalmente en las encarnaciones de los avatares que están “impregnados de su Rayo”.

“Desde tiempos inmemoriales la Madre del Mundo ha enviado con el logro como el fin. En la historia de la humanidad, Su Mano traza un hilo irrompible.
En el Sinaí Su Voz resonó. Asumió la imagen de Kali. Estaba en el fundamento de los cultos a Isis e Ishtar. Después de la Atlántida, cuando se infligió un golpe al culto del espíritu, la Madre del Mundo empezó a tejer un nuevo hilo, que ahora comenzará a irradiar.
Después de la Atlántida la Madre del Mundo veló Su Rostro y prohibió el pronunciamiento de Su Nombre hasta la hora en que las constelaciones asestaran el golpe. Ella se ha manifestado sólo en parte. Jamás se ha manifestado a escala planetaria… El viejo mundo rechazó a la Madre del Mundo, pero el Nuevo Mundo comienza a percibir su lustroso velo”.

Para Nicolás Roerich, esposo de Helena Roerich y también mensajero de los maestros ascendidos, la Madre del Mundo era el símbolo más alto de unidad mundial, el más universal de todos los instructores.

La pintó muchas veces a lo largo de su carrera. Con frecuencia era representada con los ojos cubiertos o velados con un velo azul, haciendo referencia a ciertos misterios del universo aún no revelados a la humanidad.

En esta época la Madre del Mundo ya no está oculta, sino que se manifiesta a escala planetaria. Busca a sus hijos y desea rescatarlos de las cargas que los asedian. La cultura de la Madre es la que existía en las civilizaciones de oro de Lemuria y la Atlántida. Ahora es el momento en que debemos apartarnos para restaurar la verdadera cultura de América, que es la cultura de la Madre del Mundo.

La Madre del Mundo ha dicho: “Adoro al Hijo, pues soy Madre. Estoy en el corazón del lirio de tu alma, y en el corazón de la meta de la vida. Estoy en el centro de la unidad de tu llama, oh hijo de mi corazón.
Estoy en todas partes y en ninguna. Ven y encuéntrame. Soy la luz de la Madre que barre en las ondeantes nubes, escondiéndose y mirando a través de los árboles y el canto de los pájaros.
Estoy en tu sueño más querido y en tu más alto propósito. Y estoy contigo mientras rastrillas los carbones y las moribundas ascuas de un anterior estado intentando hallar en ellos un consuelo que no está ahí. Pues el consuelo de tu corazón está en intentar permanentemente llegar a mi corazón, para ahí descubrir con alas elevándose como el vuelo del águila el deleite de tu alma llegando a la nueva personalidad de tu Yo. Es Dios -el eterno consuelo, la persona de tu vida- siempre intentando llegar, siempre esforzándose, siempre sobresaliendo y acelerando.

Está la necesaria fricción de los mundos que nacen al pasar a toda velocidad por el cosmos. Y el fuego del ardor es el paso por los elementos que ya no pueden ser como eran, pues en la aceleración está la siempre nueva percepción de ti mismo más y más alto, una persona manifiesta de -Dios. Vengo a renovar la llama de la Madre en la tierra dentro de ti”. 

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