Este extracto sobre la relación gurú-chela es de una conferencia de Summit University de Elizabeth Clare Prophet, del 8 de enero de 1979, celebrada en Camelot, en el condado de Los Ángeles, California, y publicada en las Perlas de Sabiduría del año 2000, vol. 43 no. 39.
Si tuviera que responder a la pregunta: ¿cuál es el don más grande de los maestros ascendidos? Inmediatamente respondería que es el don de sí mismos, su persona, la persona del Gurú. La enseñanza no es realmente una enseñanza sin la persona.
¿Qué es la persona? La persona es la integración de la enseñanza, de la trinidad Divina y de la Madre en una percepción palpitante y consciente de sí misma, viva, y en movimiento por la interacción de la persona y la enseñanza.
Este es el gran don de Jesucristo: no es que él era el Cristo, sino que era Jesús. Él era el Cristo antes que Abraham, como el eterno Hijo de Dios. Él, por libre albedrío, respondió al mandato de Dios y se convirtió en el hombre Jesús. La Palabra se hizo carne cuando se convirtió en una persona, personificando una luz que sería incomprensible sin la persona.
Cuanto más caminen por el sendero y pasen a través de las iniciaciones que prueban la capacidad absoluta de su ser, más agradecerán a la persona. En medio de la noche más oscura, siempre pueden recordar a una persona, pero no pueden recordar un vapor, un éter, una especie de concepto etéreo y metafísico de Dios. Pueden recordar la sonrisa de su instructor y pueden recordar que una persona, el Gurú, los amó personalmente.
El amor del Gurú es el amor de Dios: infinito, más allá de la capacidad de comprensión de cualquiera de nosotros, porque somos total y completamente amados. Podemos leer en un libro que Dios nos ama, pero cuando se encuentran con una persona físicamente que los ama totalmente, como saben Dios los ama y como Jesús dijo a sus discípulos: “que os améis los unos a los otros como yo os he amado”, entonces están seguros.